Reino Antiguo
Comienzan a surgir las grandes ideas de la Creación , que si bien es
muy probable que ya existiesen en épocas anteriores, es ahora cuando comienzan
a tomar forma de una manera más organizada: en Menfis la teoría de la creación
según Ptah, en Heliópolis Ra y la
Enéada y por último en Hermópolis la Ogdóada. A pesar de que
conocemos la cosmogonía menfita, no tenemos evidencias de que el culto a Ptah
estuviese implantado a nivel nacional y los textos de esta época no nos
facilitan el trabajo. Por eso algunos especialistas ponen en duda la
universalidad de las teorías menfitas, y más bien parece que su culto, al menos
en esta época no pasó de la zona de influencia de Menfis. Precisamente es en
períodos más tardíos, cuando ya Menfis había perdido la importancia de la que
gozó durante esta era, cuando más evidencias tenemos.
Durante la IV Dinastía empieza a tomar importancia el culto
a Ra, como dios asociado a la realeza, y se desarrolla la influencia del
clero heliopolitano. Estamos en la época de la construcción de las pirámides de
Guiza. El rey es un dios y como tal debe recibir culto, pero es también la
encarnación terrestre de los dioses del Más Allá, un mundo todavía celeste, una
concecpción invariable y lo sufientemente arraigada que sobrevivirá a las
diferentes culturas que se asentaron en tierra egipcia, incluidas la griega y
romana.
A partir de la V Dinastía el faraón es
ante todo "Hijo de Ra" y el poder del clero comienza a aumentar; los
templos empiezan a recibir gran cantidad de recursos económicos, que ya no se
emplean sólo en construcciones reales. Es el apogeo de los templos
descubiertos, caracterizados por la presencia de un gran obelisco central. Es
en la V Dinastía
cuando la religión solar se convierte en lo que conocemos como teoría heliopolitana,
que une el antiguo culto al Sol con la Gran Eneada. Por otra parte empieza a destacar el
culto osiríaco, aunque vinculado sólo al rey, quien una vez muerto se
identifica plenamente con Osiris. El sincretismo de diferentes cosmogonías
lleva a la formación de la
Gran Enéada en la que se incluyen los dioses de las teorías
osiríacas.
La idea del caos se hace firme con el sistema
heliopolitano:
'En el principio existía el caos simbolizado por
Nun. El Universo no había sido creado, existía desde antiguo y por la eternidad
como una masa inerte. No existía el cielo, ni la tierra, ni los hombres y los
dioses aún no habían nacido.
No existía la vida ni la muerte. Atum, el espíritu
del mundo estaba diluido en este caos. Pero llevaba en sí mismo la fuerza generadora
de las cosas y los seres. Tomando conciencia de sí mismo se llamó gritando: Ven
a mi, y desdoblándose originó el nacimiento de Ra, personificado por el Sol.
Atum y Ra, el espíritu del mundo y su conciencia, son los 2 aspectos de un
mismo ser, mundo indivisible que lleva en si la fuerza generadora de su propia
sustancia'.
Tras resurgir del caos Atum-Ra crea a Shu (el aire)
y Tefnut (la humedad). De la unión de ambos elementos nacen Gueb (tierra) y Nut
(cielo), que a su vez dará a luz a Osiris, Isis, Neftis y Seth. Estos nueve
dioses formaban la Gran
Eneada , y con ellos se había dado lugar a la Creación en su estado
primitivo. En torno a ellos surgirán dioses más o menos importantes que
ocuparán lugares especiales en el Panteón, pero el sincretismo ya se ha
realizado, de modo que las parejas divinas se consolidan.
Durante la VI Dinastía las pirámides se caracterizaran por
la inclusión de textos, conocidos como "Textos de las Pirámides",
que ya habían sido incluídos en la pirámide de Unis (último faraón de la V Dinastía ).
Constituyen
el conjunto de escritos religiosos más antiguos hasta ahora descubiertos y nos
dan a conocer rituales funerarios, ceremonias religiosas, ofrendas, fórmulas mágicas
y en general todo lo que podía proporcionar el bienestar del rey muerto y
facilitar su nueva existencia en el Más Allá.
El clero heliopolitano se hace cargo de las
donaciones y ofrendas, lo que le permite gozar de una base económica que le
mantiene en el poder. En Abidos se halló un decreto de Neferirkara por el que
los servidores locales del templo quedaban exentos de realizar los trabajos
obligatorios para el estado (corvea).
Esto puede darnos una idea del poder e
influencia que ejercía el clero en la política de finales del Reino Antiguo.
El
fin de la VI Dinastía
se caracterizó, religiosamente, por un alejamiento de las administraciones
locales frente al poder central, que llevó a la consesión, por parte del rey,
de algunos privilegios a los templos a cambio de que estos y los nobles locales
mantuviesen su lealtad.
Directamente se produjeron dos consecuencias
inmediatas: por una parte vuelve a resurgir el culto a los dioses locales
y por otra los templos se transforman en centros económicos regionales y se
convierten en independientes del poder central. Los grandes sacerdotes, casi
siempre, son personajes locales.
Podían tomar ciertas medidas
administrativas, inicialmente reservadas al rey, y eso es lo que hicieron
durante la desaparición del poder central en el Primer Periodo Intermedio.