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miércoles, 2 de octubre de 2013

MIN DIOS LUNAR DE LA FERTILIDAD...

Todas las culturas arcaicas nos hablan de tres poderes básicos sin los cuales sería imposible cualquier creación, dichos poderes son: el Santo Afirmar o fuerza generadora de toda creación, representado por la fuerza masculina, el Santo Negar o fuerza receptora de toda creación, representado por la Fuerza femenina y el Santo conciliar, representado por el fuego sagrado del amor que concilia a los dos primeros.
Todas estas fuerzas son creación divina que deben ser respetadas  y veneradas por todos.
Para el mundo cristiano esas tres fuerzas están representadas por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, son éstas las tres fuerzas de la naturaleza que debemos cristalizar en nosotros, es decir, hacer la voluntad del padre,  desarrollar el sacrificio del hijo y trabajar con la fuerza del Amor del Espíritu Santo.
No hace la voluntad del Padre, quien miente, quien adultera, quien engaña. No hace la voluntad del Padre, quien se deja llevar por las emociones negativas.
Quien no lucha por eliminar sus defectos no realiza el sacrificio del Hijo.
Quien no sabe Amar, quien no usa correctamente su simiente, no desarrolla la Fuerza del Amor del Espíritu Santo. 
Min, dios lunar, de la fertilidad y la vegetación, dios de la lluvia, protector de los comerciantes y los mineros, representaba la fuerza generadora de la naturaleza en la mitología egipcia.
Nombre egipcio: Menu. Nombre griego: Min. Deidad griega: Pan.
Fue representado como hombre itifálico (con el falo  erecto) de piel negra o verde, sobre un pedestal, portando corona de dos largas plumas (representación de las dos Maat, de las dos Merit: Isis Inefable, nuestra querida madrecita y Neftis, La reina de la obscuridad de los infiernos y la muerte; (terror de amor y ley) y flagelo (Látigo, Símbolo de la voluntad individual para eliminar nuestros errores internos: Ira, lujuria, codicia, envidia, orgullo, pereza y gula. En algunas ocasiones es representado como un toro negro,  un león, pez o lechuga, símbolos de la fuerza sexual en su aspecto generador.
Min era de las deidades egipcias más antiguas, su culto se remonta a la época predinástica; procedía de Coptos, cerca de la ruta caravanera del Uadi Hammamat donde era el protector de los viajeros mercaderes y de los mineros. Min era un dios lunar relacionado con el calendario, recordemos que la luna es la que rige los nacimientos.  Estaba vinculado a la realeza pues aseguraba la abundancia.
Se le consideraba hijo de Ra, o de Shu, y Jentit-Iabet era su madre-esposa; formaba pareja con Repit en Atribis, y con Aperetisis en la época griega, siendo su hijo Kolanthes. También formaba tríada con Kadesh y Reshep. En una estela del Museo del Louvre se le cita como hijo de Osiris e Isis.
Fue denominado "Jefe del Cielo" y "Abridor de las nubes", en la época predinástica, como dios de la lluvia, y fuerza generadora; también era el "Guardián de los caminos", pues era el protector de los comerciantes y caravanas que viajaban por el desierto. Min, como dios lunar, era el "Protector de la Luna".
Era llamado "toro de su madre", como fecundador de la diosa-cielo (o fuerza receptora de toda creación); también era el "Señor del desierto oriental".
Durante el Imperio Medio fue asociado a Horus el Viejo como Min-Horus, y en el Imperio Nuevo con Amón-Ra, siendo muy popular. Muchos de los atributos de Min fueron recogidos por Amón, a quien también se le representó a veces con el falo erecto, para destacar su potencia fecundadora.
Se le asoció a la serpiente Kamutef (creadora del mundo) en Luxor. Como dios de la fertilidad y la vegetación, los griegos lo asociaron con el dios Pan.
El culto a Min fue uno de los más duraderos y extendidos, siendo popular en la totalidad de Egipto en todos los periodos.
Se le ofrecía la primera cosecha de trigo (símbolo de la simiente humana)  en la "Fiesta de la Escalera", (la simiente es escalera para subir o para bajar, es decir, para regenerarnos o degenerarnos, todo depende del uso que le demos).
La Lechuga, debido a sus presuntas propiedades afrodisíacas, era la planta sagrada de Min, y al principio de la estación de la cosecha, se sacaba su imagen del templo a los campos. Ello formaba la parte central del festival de la salida de Min, (fuerza fecundante) durante el cual se bendecían los cultivos y se celebraban juegos gimnásticos en su honor.

LOS CABALLOS DEL FARAON...

Todos los creyentes monoteístas toman el relato bíblico de las plagas de Egipto como un hecho histórico y no como una ilustración que magnificaba al antiguo pueblo de Israel. La incongruencia en el relato puede verse en lo que supuestamente le ocurrió al ganado de los egipcios, y en concreto al ganado caballar, durante las plagas quinta, sexta, séptima y décima. Tomamos oportunamente los textos de la Biblia de Jerusalén, versión apegada fielmente a los viejos manuscritos.
En el libro de Exodo, 9: 3 y 6, leemos sobre la quinta plaga: "Mira que la mano de Yahveh caerá sobre tus ganados del campo, sobre los caballos, sobre los asnos, sobre los camellos, sobre las vacadas y sobre las ovejas; habrá una grandísima peste… Al día siguiente cumplió Yahveh su palabra y murió TODO el ganado de los egipcios".
Para los literalistas está claro que murió todo el ganado de los egipcios, tanto el ganado vacuno como el ovejuno, el asnal, el caballar y el de los camellos. Los egipcios, pues, se quedaron sin vacas, sin toros, sin bueyes, sin ovejas, sin carneros, sin caballos y sin camellos. Gran desgracia para los de Egipto, pues no pudieron arar los campos ni alimentarse con productos lácteos ni comer carne ni desplazarse grandes distancias para comerciar. Sin animales, mal podía sobrevivir la civilización egipcia. Aquello fue, sobre todo, un gran infortunio para el ejército, pues perdió lo más preciado que tenía: los caballos, imprescindibles para la guerra. Así, los egipcios estaban ahora indefensos, a merced de cualquier enemigo que quisiera invadir sus territorios.
La sexta plaga la encontramos en Exodo 9: 8 y 10, donde leemos: "Tomad dos grandes puñados de hollín de horno y que Moisés lo lance hacia el cielo, en presencia de Faraón; se convertirá en polvo fino sobre todo el territorio de Egipto y formará erupciones pustulosas en hombres y ganados, por toda la tierra de Egipto. Tomaron, pues, hollín de horno y, presentándose ante Faraón, lo lanzó Moisés hacia el cielo y hubo erupciones pustulosas en hombres y ganados".
Literalmente dice el relato que, tanto a hombres como a animales domésticos, les salieron erupciones pustulosas o diviesos. Pero, ¿no habían muerto los animales egipcios durante la plaga anterior? ¿Cómo es que les salieron tales flemones purulentos a unas bestias ya difuntas?
En Éxodo 9: 19-25, analizamos el fluir de la séptima plaga: "…el granizo descargará sobre todos los hombres y animales que se hallan en el campo, y cuantos no se hayan recogido bajo techumbre perecerán… Dijo Yaveh a Moisés: 'Extiende tu mano hacia el cielo, y que caiga granizo en toda la tierra de Egipto, sobre los hombres, sobre los ganados'… El granizo hirió cuanto había en el campo en todo el país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados…"
Con la expresión "el granizo hirió" entendemos que "el granizo hizo perecer" a hombres y animales que estaban a la intemperie, tal como lo menciona el versículo 19. Y de nuevo la pregunta: ¿Sobre qué ganado de los egipcios descargó el granizo si todo él había perecido en el transcurso de la quinta plaga?
La décima plaga fue la más terrible. En Exodo, 12: 29 y 30, leemos: "Y sucedió que, a media noche, Yahveh hirió en el país de Egipto a todos los primogénitos, desde el primogénito de Faraón… hasta el primogénito del preso en la cárcel, y a todo primer nacido del ganado… no había casa donde no hubiese un muerto". Nuevamente la pregunta: ¿Cómo pudieron morir los primogénitos del ganado si habían dejado de existir durante la quinta plaga?
Como broche de oro del relato, Exodo 14: 6 a 28 menciona que el faraón se lanzó con sus carros y caballos en persecución de los israelitas: "Faraón hizo enganchar su carro y llevó consigo sus tropas. Tomó seiscientos carros escogidos y todos los carros de Egipto, montados por sus combatientes… todos los caballos, los carros de Faraón, con la gente de los carros y su ejército… Los egipcios se lanzaron en su persecución entrando tras ellos, en medio del mar, todos los caballos de Faraón y los carros con sus guerreros… las aguas cubrieron los carros y a su gente, a todo el ejército de Faraón, que había entrado en el mar para perseguirlos; no escapó ni uno siquiera". Y aún podemos leer en Exodo 15: 1, el cántico de Moisés y el pueblo: "Canto a Yahveh, pues se cubrió de gloria arrojando en el mar caballo y carro".
Y de nuevo la cuestión: ¿A qué caballos enganchó el faraón su carro y qué caballos tiraban de los carros del ejército egipcio y qué caballos se ahogaron en el mar, si todos habían muerto de peste cuando el ganado de los egipcios fue castigado con la quinta plaga? Verdaderamente, si se toma el relato de Exodo al pie de la letra, es un auténtico enigma este de los caballos del faraón.
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