Simboliza, en principio, el ascenso psíquico, la energía nutricia y la salud.
Es una mujer con una escalera o escalón sobre su cabeza (aunque también podemos verla con la corona doble de los dos Egiptos o una vincha que termina, adelante, con la serpiente úreus o, incluso, con los cuernos lunares, ya que se la asocia con la Luna).
Lleva otros atributos tales como el Nudo o Lazo de la Vida y el Sistro, que aleja a los malos espíritus con sus sonidos mágicos.
Suele aparecer, también, con los cuernos vacunos junto con el disco solar, transformándose, entonces, en Isis-Hathor.
Los animales que le eran consagrados eran el Ave Ibis y el gato.
Naturaleza: es la Madre Cósmica, la Materia Primordial, la deidad del Amor que gesta la vida; está relacionada con las fiestas de la primavera y el verano; es la plenitud y la madurez.
La escalera que lleva en su cabeza simboliza su condición de intercesora entre el Cielo y la Tierra.
Rige los encantamientos de la magia nocturna y lunar; a veces se la representa con un velo sobre el rostro, simbolizando los secretos ocultos de la Naturaleza.IsisSe presenta como una mujer de pie o sentada, con una pluma de avestruz en la cabeza.
Naturaleza: es la Diosa de la Justicia y el Orden; representa el Orden Cósmico; como deidad justiciera, se asocia como Sejmet, la diosa leona.
También Diosa de la Sabiduría, la rectitud, la verdad y la ley; su pluma se colocaba en el plato opuesto de la balanza, opuesto a aquel en el que se pesaban los corazones de los hombres (asiento de la conciencia) en la Sala del Juicio a los Muertos de Osiris; esa pluma puesta en la balanza durante el juicio determinaba las buenas o las malas acciones del muerto.
Su poder "balanceador" significa que, merced a ella, subcistían el equilibrio universal, la armonía de la Naturaleza, las crecidas beneficiosas del Nilo, la concordia entre los vivos, la piedad religiosa, la verdad en el orden moral, etc.
Su simbolismo es prácticamente idéntico al de la deidad Maad hindú (La Mente Cósmica).
Se le rindió culto en todo Egipto.
Los griegos la llamaron Némesis y los romanos Fatum.