TUTANKAMON
Era noviembre de 1922 y el tiempo consumía las
últimas esperanzas del británico Howard Carter. Durante siete largos años,
había peinado sin éxito la geografía escarpada y desértica del Valle de
los Reyes. La suerte parecía darle definitivamente la espalda: su tozudez se
había convertido en motivo de sorna y había agotado la paciencia y el bolsillo
de su mecenas, Lord Carnarvon.
Pero, justo entonces, sucedió el más formidable de
los hallazgos del Egipto de los faraones.
Carter descubrió el 4 de noviembre el primer
peldaño de la escalinata que conducía a la tumba de Tutankamón. Y, 20 días más
tarde, derribaba la puerta tapiada que daba acceso a la primera de las cuatro
estancias.
"Al principio no podía ver nada.
El aire caliente escapaba de la cámara agitando la llama
de la vela pero cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, los detalles de
la habitación emergieron lentamente de la niebla: animales extraños, estatuas y
oro".
La única tumba real intacta
Y no exagera con la magnitud de la herencia.
"La gran importancia de este hallazgo es que a día de hoy sigue
siendo el mayor descubrimiento arqueológico de toda la humanidad", replica
la egiptóloga Teresa Bedman, codirectora de la misión española que estudia en
Luxor la tumba de Amen-Hotep Huy, visir del monarca Amenofis III (1390-1353 a .C.).
El reinado de Tutankamón, perteneciente también a la XVIII dinastía, fue breve e
intrascendente: Llegó al trono con 12 años y murió cuando rondaba los 20.
Pero su enterramiento ha sido el único de los
descubiertos que ha estado ajeno al pillaje durante más de tres milenios.
Lo que la vela de Carter arrancó de las tinieblas
era una ínfima parte de los 5.000 objetos amontonados en la antecámara, la
cámara funeraria, la cámara del tesoro y un anexo.
Un ajuar suntuoso que se exhibe actualmente en el
Museo Egipcio de El Cairo.
La virtuosa paciencia de Carter
"Fue un excavador extraordinariamente
cuidadoso tanto en la documentación como en la conservación.
Empleó una década en descubrir toda la tumba".
La malaria y el Mal de Kohler, las causas de su
temprana muerte
La pasión y temprana muerte del rey, a
cuyo estudio se entregó Carter hasta su muerte en 1939, aún proyecta sombras y
suscita discusiones.
En 2010 el ex ministro de Antigüedades, el
mediático y polémico Zahi Hawas, sometió a la momia expuesta en la tumba a un
exhaustivo análisis de ADN para determinar su árbol genealógico y las causas de
su sepelio.
Y en cuanto a su óbito, atribuye su salud
quebradiza y sus taras físicas al hecho de ser fruto de un incesto regio.
Tutankamón padecía el llamado Mal de Kohler (una necrosis avascular ósea)
agravado por el paludismo.
Sufría grandes dolores de huesos y caminaba con
dificultad, como certifican los 103 bastones hallados en la tumba.