Bajo el reinado de Ramsés III se intentó en vano
cultivar el olivo.
El fracaso obligó al faraón a usar aceite de ricino
para el alumbrado y para sus ungüentos, pero, sin embargo, se importó aceite de
oliva de Palestina para la alimentación, ofrendas y perfumes.
Los olivos eran plantas bien conocidas en Egipto,
esto se observa, en que entre los productos que se ponían en las tumbas
de los faraones para su alimentación, en el transito hacia la otra vida, se
encontraban a menudo estos frutos.
De todos modos, la referencia más antigua y más
fiable sobre el olivo se refiere a la importación de aceite de oliva de
Palestina y Siria durante la IV dinastía.
También se dispone de documentos que citan la
existencia de un olivo sagrado en Heliópolis, durante la V y IV dinastía.
En la IV Dinastía, también encontramos muestras de
registros sobre el comercio intenso que Egipto tenia con oriente a través de
Cananea.
Entre la lista de mercancías que se comerciaban se
encuentra el aceite de oliva procedente de Siria y de Palestina
En los jeroglíficos, dibujos y estatuas de los
egipcios se hallan numerosas referencias al olivo, a sus ramas o al fruto.
En la famosa tumba de Tutankhamon se encontraron
adornos y coronas elaborados con ramas de olivo y otras flores.
El Aceite de Oliva cretense es una de las
decisiones económicas más importantes del antiguo Egipto (2.000 A .C.). Ya que el
aceite de oliva, mezclado junto a otras esencias, fue muy estimado en el campo
de la cosmética.
Los preciosos ungüentos fueron conservados en las
llamadas “macetas de estribo”.
Con estos ungüentos se intervino también sobre las
momias.
Los egipcios atribuían a la diosa Isis el
adoctrinamiento a la humanidad sobre su cultivo y sus usos.